Cerca de 500 familias tuvieron que abandonar sus hogares tras el desastre.
Al menos 12 personas, entre ellos tres rescatistas voluntarios, murieron el lunes por las lluvias torrenciales que están arrasando el este de Sudán en los últimos días, mientras que una quincena de civiles se encuentra en paradero desconocido, informaron las autoridades sudanesas.
El departamento del Ministerio de Salud del estado oriental de Mar Rojo dijo en un comunicado que las inundaciones azotaron con particular fuerza la aldea de Tokar, donde tres voluntarios murieron mientras trabajaban para rellenar los desperfectos causados por el agua en uno de los puentes de la localidad.
Asimismo, indicó que otras 15 personas permanecen desaparecidas después de que la mayoría de los barrios del municipio fueran barridos por los torrentes procedentes del río Jor Baraka, mientras que decenas de casas quedaron parcialmente destruidas.
Los equipos de rescate han estado trabajando desde entonces para hacer frente a la situación humanitaria, ya que al menos 500 familias se han visto obligadas a abandonar sus hogares, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Ante las dificultades para mandar ayuda por la inaccesibilidad a Tokar, las autoridades han empezado a lanzar suministros desde el aire para la población y han iniciado los trabajos de búsqueda de desaparecido bajo los escombros de los edificios derrumbados.
De hecho, el Ministerio de Salud sudanés alertó de que está siendo muy complicado enterrar los cadáveres de los fallecidos, ya que las corrientes se han llevado varias tumbas por delante, algo que también ha hecho saltar las alarmas ante la posibilidad de que proliferen enfermedades transmitidas por el agua.
Según la ONU, las inundaciones que azotan Sudán se han saldado con 132 muertos, han dejado alrededor de 317 mil afectados y han provocado el desplazamiento de 118 mil personas, además de la destrucción de casi 27 mil hogares y daños de diversa consideración a otras más de 31 mil viviendas en más de una decena de estados de Sudán.
A esto se suma que se han registrado más de medio millar de casos de cólera, en medio de un número cada vez mayor de gente con ceguera nocturna, malaria e inflamación ocular que amenaza con saturar aún más el dilapidado sistema sanitario de Sudán, donde 80 por ciento de sus instalaciones médicas se encuentran fuera de servicio por la guerra.
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