A un año de inauguración del centro de recreo, la cantante fundió su sentimiento con el alma de los yucatecos.
En un ambiente de bonhomía y fiesta mexicana, Eugenia León fundió su sentimiento, los temas del canto nuevo, del bolero y de la trova yucateca con las almas del público que ocupó anoche, más allá de los linderos, el gigantesco anfiteatro del Parque de La Plancha de esta ciudad.
A un año de la inauguración del centro de recreo, el retorno de la cantante a Yucatán marcó un hito en su larga trayectoria artística, como ocurrió al lado Tania Libertad y Guadalupe Pineda en pasado concierto en espacio cerrado de Mérida, pero esta vez lo hizo ante un escenario abierto, colmado por más de diez mil asistentes.
Ante la audiencia, incluso parapetada en los puentes de los alrededores, Eugenia León contó en su quinteto y en la segunda parte con una orquesta de lujo, la de Yukalpetén, para convertir una velada musical en un ambiente de fiesta con momentos de euforia y de romanticismo con obras de autores mexicanos.
Al ritmo del son, el fandango, la cumbia, la tracalada norteña y el bolero, la cantante de voz prístina, acariciante, con la firmeza del do de pecho de mezzosoprano, contagió al público de alegría y musicalidad con temas de su vasto repertorio, incluidos los de la trova yucateca grabados en su acervo de 30 discos de larga duración.
Con más de cinco décadas de trayectoria nacional e internacional, la mexiquense de 68 años de edad interpretó canciones que la proyectaron como El Fandango Aquí de Marcial Alejandro, con el cual ganó en 1985 el primer lugar del Festival OTI en Sevilla, España, canción premiada con el Grammy Latino a la Excelencia Musical.
Reconocida como una de las cantantes mexicanas de mayor trayectoria, ovacionada en prestigiados teatros de Omán, China, China, Egipto, Marruecos, Barcelona, Bruselas, Bogotá, Santiago, Washington y Los Ángeles, entre otras muchas ciudades, Eugenia León saludó en su aparición con un “buenas noches Mérida hermosa”.
María del Rosario León Vega, su nombre original, rememoró el repertorio tradicional mexicano al interpretar Agua marina de Rafael Mendoza, Vámonos de José Alfredo Jiménez, que cantó con el público, y Luna de octubre de José Antonio Michel, que hizo a la audiencia prender la lámpara de sus celulares.
La embajadora de la música mexicana puso a bailar a concurrencia con una cumbia, La Tirana de Tute Curet Alonso, para luego seguir, ya prendido el ambiente, con la conocida melodía de corte norteño, Un puño de tierra de Antonio Aguilar, que contó con el acompañamiento de las palmas y las voces del público
Ante la asistencia, la mayor parte de la generación de los sesentas, setentas y ochentas, pero también jóvenes, la cantante convirtió el anfiteatro en un gigantesco coro en la interpretación de Te hubieras ido antes de José Favela, Como tu mujer de Marco Antonio Solís y Lámpara sin luz de Pedro Yerena.
Como expresión de su cultura, Eugenia León evocó el libro Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez, del que se inspiró el compositor guatemalteco Daniel Camino para crear Macondo y que popularizó el finado Oscar Chávez, figura del Canto Nuevo, tema que cantó a ritmo de cumbia.
En la segunda parte, ya con la Orquesta Típica de Yukalpetén, Eugenia salió vestida de un terno de gran colorido y acarició los oídos y el corazón de los oyentes con las canciones El pájaro azul de Pepe Domínguez, La Fuente de Pastor Cervera y Semejanzas, de Ricardo Palmerín.
Ya contagiada con el sentimiento, adhesión y afecto mostrados por los asistentes, emocionada por un ramo de flores que recibió de un hombre cuando cantaba Contigo aprendí, Eugenia León cerró con broche de oro, con otra de las joyas del entrañable Armando Manzanero, Como yo te amé.
El maestro de ceremonia mencionó en el intermedio la asistencia del gobernador Joaquín Díaz Mena, así como de la secretaria de Cultura y las Artes, Patricia Martín Briceño, como promotores de este concierto que el público agradeció con nutridas palmas.
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