El ojo en el cielo del espíritu infinito que ata a toda alma fue invocado la noche del miércoles en la Arena CDMX con Eye In the Sky, canción de rock pop progresivo que, tras cuarenta años de nacida, continua sublimando con su evocación al uno y al todo.
La pieza tiene el brebaje que la dejó perenne en la historia del rock. El inglés Alan Parsons es el responsable y autor que la hizo revivir, junto con un montón de éxitos con su banda Alan Parsons Live Project y sus extraordinarios vocalistas Paul Josef Olsson y Todd Cooper, también saxofonista.
Alan, el ingeniero de sonido que supo mutar en artista o alquimista del ruido, presentó a otros invitados a cantar, entre éstos, el mexicano Aleks Syntek quien interpretó You.
El mago de las consolas, en versión ejecutante de alta gama, ofreció la noche de este miércoles, sus fórmulas transmutadas como canciones que, juntas, formaron una himnodia, seguida por miles en el foro de Azcapotzalco.
Ilusionista de los sonidos, que en el orbe es conocido como productor cuyo camino en el universo de la música se inició por ser un escucha dotado biológicamente por una membrana timpánica que codifica mensaje negros, blancos y corcheos de otro plano, se entregó a una audiencia, que degusto piezas como Don’t Answer Me, Psychobabble, Time, Breakdown The Raven, I Wouldn’t Want to Be Like, La Sagrada Familia, Don’t Let It Show y la mencionada Eye in The Sky, entre otras.
“Un ingeniero de sonido es también un artista”, ha afirmado el oriundo de Londres (1946), reconocido en el orbe. “Un ingeniero es parte fundamental de un disco”.
Cuando comenzó en los años 60, el ser responsable de un estudio, “no tenía un reconocimiento en este oficio y la verdad, no creía que esa labor fuera esencial, pero poco a poco fui descubriendo que también deben considerarnos como artistas, porque tenemos una visión clara sobre los sonidos”. Anoche, su ojo o visión de Horus, fue testigo de una presentación fina de unos maestros de la progresión.
Parsons siguió promoviendo su don, como siempre, de ductibilizar música y compartirla en un manufactura fina, emitiendo ritmos suaves y profundos, y lírica de nigromancia, cómo lo ha hecho en cinco décadas tras conciertos, producciones, y sus experimentos mágicos.
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