Tras alcanzar al menos dos terceras partes de los votos, el Cónclave finalmente eligió a un nuevo Papa de la iglesia católica tras el fallecimiento del papa Francisco, primer Pontífice latinoamericano de la historia.
Este 8 de mayo, se apreció la fumata blanca desde la chimenea en la Basílica de San Pedro
Tras dos días de votación finalmente se observó el humo blanco ante miles de creyentes reunidos en la Plaza de San Pedro.
Los 133 cardenales encerrados en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo papa confirmaron su acuerdo con el humo blanco que emergió a las 18.07 hora locales (-2 GMT) de la chimenea.
Ahora, el cardenal protodiácono, el francés Dominique Mamberti, deberá asomarse al balcón de la basílica para anunciar la elección con la tradicional fórmula en latín: “Nuntio vobis gaudium magnum: Habemus papam” (Os anuncio una gran alegría: tenemos papa).
Después dirá en latín el nombre de pila del cardenal elegido así como con el que desea ser llamado como pontífice.
Luego, el nuevo papa aparecerá ante los fieles en la Plaza de San Pedro para presentarse al mundo.
La tradición de cambiar el nombre después de ser elegido Papa se remonta a los inicios de la iglesia católica, que se ha convertido en esencial después de varios siglos de realizarse.
Esta costumbre está vinculada a los orígenes de la historia de la Iglesia, cuando Jesús cambió el nombre de nacimiento del apóstol Pedro, considerado el primer Papa.
“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, dijo Jesús a uno de sus apóstoles que, en realidad, se llamaba Simón.
El nombre bautismal es sustituido por el pontificio, casi para resaltar “un segundo nacimiento” al que es llamado el obispo de Roma después de su elección.
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