Mérida, Yucatán, 2 de junio de 2025.— La crisis por el maltrato animal en Yucatán vuelve a quedar expuesta ante la opinión pública tras un nuevo y lamentable episodio registrado este lunes en pleno corazón de la capital yucateca. Un caballo colapsó en la vía pública presuntamente por el intenso calor, lo que ha vuelto a encender el debate sobre las condiciones en que se encuentran los equinos que son utilizados en actividades turísticas y recreativas en la entidad.
El hecho ocurrió alrededor del mediodía, en la intersección de las calles 60 con 61, a escasos metros de la Catedral de Mérida, uno de los puntos más transitados por turistas y locales. Según testigos, el caballo se desplomó repentinamente mientras jalaba una calesa turística, sin señales previas de que se le estuviera brindando descanso o hidratación. Un video difundido en redes sociales por un ciudadano que presenció el incidente muestra la escena angustiante y ha generado una oleada de indignación entre activistas, protectores de animales y la sociedad civil.
Este caso se suma a una serie de episodios similares que se han registrado en distintas partes del estado. Apenas la semana pasada, en el municipio de Dzidzantún, una yegua perdió la vida tras colapsar al finalizar una cabalgata. El animal fue subido a un remolque sin recibir atención médica inmediata y murió poco después, presuntamente por agotamiento extremo y deshidratación.
Los casos no son aislados ni recientes. Durante los últimos años se han documentado múltiples incidentes de caballos que sufren desmayos, colapsos o incluso fallecen en la vía pública mientras cumplen con jornadas extenuantes, en especial durante la temporada de calor extremo que azota a Yucatán. En esta época, las temperaturas pueden alcanzar hasta los 43°C en el interior del estado y cerca de 40°C en la capital, condiciones que son altamente peligrosas tanto para humanos como para animales.
Expertos veterinarios y organizaciones de protección animal han advertido reiteradamente sobre el riesgo que implica someter a los caballos a largas horas de trabajo en ambientes hostiles, sin acceso constante a agua, sombra o descansos adecuados. La combinación del calor, la humedad, el asfalto caliente y el esfuerzo físico extremo representa un escenario mortal para estos animales.
Además del agotamiento físico, los caballos utilizados en calesas arrastran diariamente vehículos con peso adicional, incluyendo pasajeros y estructura, lo cual excede muchas veces la carga recomendada para su bienestar. Las regulaciones existentes son laxas o simplemente no se cumplen, y las inspecciones veterinarias son esporádicas o inexistentes.
Este nuevo incidente ha reactivado el clamor social por una revisión a fondo de las prácticas turísticas que involucran el uso de animales, y en particular por una legislación más firme que garantice la protección de los derechos de los caballos en Yucatán. Varios colectivos ciudadanos están pidiendo que se prohíba de manera definitiva el uso de equinos para fines turísticos en áreas urbanas, proponiendo alternativas sustentables como las calesas eléctricas, ya implementadas parcialmente en Mérida.
Activistas denuncian que las autoridades municipales y estatales han hecho caso omiso ante las constantes denuncias y que no existe un protocolo efectivo de atención inmediata en casos de emergencia animal. “No podemos seguir normalizando el sufrimiento de los animales en nombre del turismo”, expresó una representante de una agrupación protectora de caballos.
La ciudadanía ha comenzado a reunir firmas digitales y a organizar movilizaciones pacíficas para exigir una respuesta inmediata. Por su parte, veterinarios independientes han reiterado la necesidad urgente de instaurar brigadas de monitoreo en las zonas donde operan calesas y de establecer horarios restringidos durante los días más calurosos.
Mientras tanto, el caballo que colapsó este lunes fue atendido minutos después por voluntarios, pero hasta el momento no se ha emitido un comunicado oficial sobre su estado de salud ni sobre sanciones a los responsables.
La situación exige acciones contundentes. La vida y dignidad de estos seres vivos no puede seguir supeditada a intereses económicos o tradiciones que no evolucionan con los tiempos. El respeto a la vida animal también es un reflejo del nivel de conciencia y humanidad de una sociedad.

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