Un equipo conformado por 183 voluntarios, coordinado por especialistas del Proyecto Santa María, identificó siete especies de loros en las zonas urbanas de Mérida, tres de ellas nativas, otras tres originarias del sur de la península y una más considerada exótica e invasora. Los resultados preliminares fueron presentados este fin de semana en el Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI.
Durante seis meses, los participantes realizaron 1,597 avistamientos como parte del programa de ciencia ciudadana “Monitoreo de Loros Urbanos en Mérida”, coordinado por la doctora Vanessa Martínez García. La capacitación de los voluntarios estuvo a cargo de la maestra Roxana González Herrera, quien instruyó a los ciudadanos en la identificación de estas aves.
La doctora Martínez detalló que las especies naturalmente presentes en Mérida son el loro frente blanca, el perico pecho sucio y el loro yucateco, aunque este último ha disminuido notablemente su presencia en los últimos años, según testimonios de habitantes mayores.
En contraste, especies como el loro cachetes amarillos y el loro cabeza amarilla, cuya distribución natural corresponde al sur de la Península, ya se encuentran establecidas en la capital yucateca, con evidencia de nidos y parvadas. Estas aves, se presume, escaparon o fueron liberadas de manera intencional.
También se registraron avistamientos del loro cabeza azul, el más grande del país, así como de la cotorra argentina. Esta última es considerada una especie exótica e invasora procedente de Sudamérica y representa una amenaza ecológica por su alta capacidad de adaptación y reproducción, al construir sus propios nidos, a diferencia de los loros nativos.
El estudio también reveló que una de las principales amenazas para estas aves es la pérdida de árboles muertos, particularmente palmeras reales, que son indispensables como sitios de anidación. “Los loros no construyen nidos, dependen de cavidades naturales. Retirar estos árboles reduce sus posibilidades de reproducción”, advirtió la doctora Martínez.
En cuanto a su alimentación, se identificaron 24 especies de plantas preferidas por los loros, siendo las principales el uaxim y el chaká. El presidente del Proyecto Santa María, Pierre Medina Arjona, destacó que los ejemplares silvestres en zonas urbanas presentan bajo peso, lo que podría indicar dificultades para encontrar alimento.
El monitoreo también permitió identificar las zonas de pernocta y anidación dentro de la ciudad, así como una alta frecuencia de enfrentamientos entre los loros y los kaúes (zanates), especies con las que compiten por espacios.
El programa de monitoreo continuará con el fin de implementar estrategias de conservación y generar conciencia ciudadana sobre la protección de estas especies, cuya comercialización y captura constituyen delitos ambientales.

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